Aluminio de paredes secas

Garganta en avenida de un manco.
Inhalación de un vagabundo de un filtro jubilado. 

Ya contó el pasajero nueve años sin pensar en esperar. Él todavia espera.
Espera filtros oxidados, 
espera cuentos olvidados, 
espera una formula, para dejar de esperar.

Y después.. Espera las letras en su camuflaje que antes era su ciencia. 
El coro de su ego, que antes era su motor de arranque, su salida de emergencia. 

Nunca huvo un plan de contingencia. 

 Y entonces, cuando no tenía respuesta a lo que se le exigía, recordó al viento como que se movía pidiendo nada en su melancolía.

El viento que ningún llanto escucha,
que no se acuerda de ningún alma,
Que no espera ninguna esquina,
El viento que siempre espera el empuje,
Para girar según se mezquina.

La verdad es un muerto que ya no tiene llanto.
El recuerdo es un vendedor  de quebrantos.

Mercado de pulgas.